15 sept 2008

La oración.

El Señor cambia nuestros corazones, los trasforma, los restaura, Él es nuestro alfarero, quien con amor y cuidado desecha lo malo y coloca lo nuevo. Debemos estar abiertos a recibir sus cambios, debemos estar dispuestos a escuchar su voz diciéndonos que es lo que tenemos que abandonar para bien nuestro.

Llega un momento en la vida del cristiano que debe rendirse por completo al Señor, ¿es difícil? Uf! primeramente somos humanos y no tenemos la costumbre de entregarnos completamente, pero la gran ventaja que nos dio es la oración y lectura de la palabra.

Qué gran ayuda nos dejo el Señor dándonos estas herramientas para que cada día recurramos a ellas y podamos superar los obstáculos que se nos presenten.

La oración es un escudo de protección constante, un tiempo sumamente especial e intimo con nuestro Dios para alabarle, exaltarle, para abrir nuestro corazón para que el Espíritu Santo trate con nuestros corazones como asi también para decirle lo que nos duele, lo que nos trae alegría, para pedirle lo que necesitamos, para contarle por lo que estamos pasando y lo más importante: para preguntarle cuál es su voluntad en cada área de nuestras vidas.

Nos enseña la palabra del Señor en Mateo 6:5-8 la importancia de orar en lo secreto, en lo íntimo de nuestro cuarto, de buscar un momento en el cual Él pueda tener tiempo a solas con nosotros. Aunque en el versículo 5 nos advierte de no ser como los hipócritas que hacen las cosas del Señor para que otros los vean, es muy importante que entiendas que la oración fue creada para comunicación intima entre el Señor y vos no para que otros sepan o escuchen lo que le tienes que decir a Él.

Asi mismo, en Lucas 11:9-10 Jesús enseña que por medio de la oración puedes pedir lo que necesites o anheles y se te dará; que busques mas de El, de su presencia, de su Espíritu Santo y le hallarás y que si le llamaras Él te responderá.

Sin duda, la oración es un gran tesoro que el Señor creo y nos lo dio para que le busquemos, es por eso que te animo a que apartes un tiempo y lugar para disponerte a orar, a buscar más de Dios y de esa forma desatar la Gran Bendición que ésta trae consigo.

Tania